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Foto del escritorJosé Ramírez

¡Mijo qué lindo te quedó!






Imagina esto: Tienes la entrega de tu trabajo final de la universidad o de un proyecto importante que es para mañana y pasas toda la noche trabajando cada detalle. Refinas aquí, refinas allá, agregas esto aquí y quitas esto por allá. Son las 6 am del día de la entrega y orgulloso de tu trabajo quieres mostrárselo a alguien para ver qué opina y así darte esa onza de confianza que te hace falta.


- Tú: Mama, mirá lo que trabajé anoche ¿Qué te parece?

- Tu mamá: - (inserte frase chula que solo ese pan de Dios puede decirte)


¿Será la retroalimentación que necesitas? Me huele más a que es la que quieres. Es aquí donde me detendré y aterrizaré esta analogía a los procesos del día a día de tu negocio; al de un equipo que se dedica a crear productos, soluciones o a brindar servicios para sus clientes. Haz el tiempo necesario, reúne a tu directora comercial, a tus vendedores, a tu equipo, míralos a los ojos fijamente y pregunta: ¿Conocemos a nuestros clientes?, ¿Sabemos qué les gusta?, ¿Sabemos por qué vienen?, ¿Sabemos por qué se van?


Hace unas semanas, nuestra directora de marketing me asignó la especial tarea de trabajar el primer post oficial de El Bloc de Notas de Mueca, el instinto de profe de universidad saltó y no me dejó escribir de nada más que de la empatía. Es lo primero que les enseñamos a nuestros estudiantes y lo que, lamentablemente, varias veces se pasa por alto cuando queremos desarrollar algo nuevo. Siguiendo en este mismo contexto, si le pides a un diseñador industrial que te diga qué parte del proceso de diseño disfruta más, te dirá que la etapa de generar ideas o ponerlas a prueba es lo más genial y que, probablemente, lo que menos les gusta es la investigación o la etapa de empatía. Ahora, pregúntale qué pasa si se saltan esas fases y prepárate para escuchar anécdotas y penas.


Bueno, al grano. Te prometimos 3 minutos de lectura.


Hablemos de algo más estructurado, hablemos de negocios. -Talvez, no te sonará tan serio, pero sigue leyendo y verás cómo aplica a tus decisiones del día a día también-. El término lo escuché por primera vez en una charla impartida por uno de los diseñadores que respeto y admiro mucho: Chris Do. Él menciona que en los negocios, en el amor o en cualquier aspecto de tu vida en el que se vea implicada una decisión, siempre entra en juego tu parte del cerebro encargada de las emociones y corazonadas. A veces, decidimos dar ese salto a ciegas y nos va bien, otras, terriblemente mal; te presento el término WAG (Wild ass guess) que en español hace referencia a una decisión tomada a lo salvaje.


Las empresas gastan mucho dinero con el objetivo de tomar decisiones con la mayor cantidad de información posible, procurando que el riesgo sea el mínimo -para que el aspecto “salvaje” de la ecuación sea el mínimo. Ahora, si como negocio necesitas reducir al máximo el riesgo alrededor de una decisión, probablemente tu instinto te lleva a hablar con expertos sobre el tema para tomar decisiones más informadas y con alto porcentaje de probabilidad de ser acertadas. Entonces es aquí donde agregamos una letra más a nuestro término y hablamos de SWAG (Scientific Wild ass guess). SWAG hace referencia a una decisión más estudiada a través de una investigación o la asesoría por algún experto en el tema que te ayudará a reducir el riesgo aún más. En los negocios no nos libramos del peligro, pero podemos tomar desvíos en nuestro camino para evitarlo lo más que se pueda.


Dejando analogías y términos raros atrás, el objetivo de esta primera publicación, definitivamente alineada a nuestros objetivos como negocio 😉, es transmitir la relevancia de este paso -a veces ignorado- en el proceso de diseño e invitarte a que lo tomes en cuenta en todos los procesos que inicias. Como estudio, nuestro proceso está guiado por métodos y la mayor cantidad de SWAGs que podamos tomar para entregar productos alineados con las necesidades reales detectadas. No nos fiamos de lo que queremos o lo que nos gusta, sino de lo que verdaderamente entregará valor a tu negocio.


Al final, necesitamos escuchar menos un “mijo, qué lindo te quedó” y más un “Mijo, te debería dar vergüenza”.




José Ramírez

Diseñador Industrial y MBA

Apasionado por la educación, comunicación efectiva, el dibujo y la conceptualización de ideas.










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