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¿Creías que la creatividad era solo talento? Descubre el secreto

Foto del escritor: Pablo MelgarejoPablo Melgarejo

La creatividad no es solamente para unos pocos escogidos, cualquiera puede convertir ideas complejas en soluciones que aportan valor.




La creatividad. Esa palabra que muchos creen que está reservada para unos cuantos genios iluminados, está más a tu alcance de lo que crees. No necesitas un don especial para sacar de tu imaginación ideas complejas y convertirlas en algo real. Lo que de verdad importa, no es cuánto talento innato tienes, sino el enfoque que adoptas. Aquí es donde te revelo uno de los secretos. Acércate y lee con atención. ¿List@? El secreto es: Design Thinking.

 

A lo mejor ya lo habías escuchado, o pueda que no tengas ni idea de qué estoy hablando. En pocas palabras, el Design Thinking es una metodología que vino a transformar la forma en que resolvemos problemas; es ya una constante que aplicamos en nuestro estudio de diseño cada vez que abordamos un proyecto.

 

No te dejes intimidar por la terminología. El Design Thinking no es una fórmula mágica que se introduce en una computadora para realizar miles de cálculos y obtener un resultado perfecto; más bien, es una herramienta poderosa que coloca a las personas en el centro del proceso. Al fin y al cabo, diseñamos para personas, ¿no? Este enfoque parte de la empatía, de entender de verdad qué necesitan los usuarios antes de lanzarnos a crear algo. Luego, en lugar de enfocarnos únicamente en lo estético, profundizamos para encontrar soluciones funcionales y creativas que mejoren la vida de las personas y, por ende, los resultados de los negocios.

 

En nuestro camino, hemos aprendido la valiosa lección de que las respuestas más efectivas no siempre vienen de los lugares esperados. Primero tenemos que entender bien el problema antes de intentar resolverlo [en Estudio Mueca, eso es algo que hacemos con éxito]. No se trata de poner chapuces, se trata de encontrar la raíz del asunto. Esa es la belleza de esta herramienta; a veces queremos diseñar solo por diseñar algo cool y se nos olvida pensar si realmente servirá o funcionará en el contexto en el que se propone. Eso es un error.

 

¿Lo mejor de todo? Este enfoque no está reservado solo para diseñadores ni para los llamados “creativos” de oficina que siempre tienen un Sharpie en la mano. Lo hemos visto funcionar en equipos de todo tipo. Desde gente que nunca ha dibujado más allá de una carita feliz en PowerPoint, hasta quienes juraban que no podían crear algo porque simplemente “eso no va con su personalidad”. O sea, si yo he visto a mi tía usar Design Thinking para planear la mejor fiesta de cumpleaños con temática de perritos chihuahueños, tú también puedes aplicarlo en tu contexto.

 

Ahora bien, déjame confesarte algo que he aprendido a las malas: nada, absolutamente nada, sale perfecto a la primera. Aquí es donde entra la magia de la experimentación. Después de identificar qué queremos resolver (y créeme, eso ya es todo un logro), nos ponemos manos a la obra con prototipos, que son, básicamente, versiones beta de nuestras ideas. Es como aprender a cocinar un plato nuevo: primero lo pruebas, luego ajustas la sal y, si tienes, le añades un toque de salsa picante para que quede rico y sabroso. Prototipamos, probamos, nos equivocamos (y a veces nos equivocamos feo), pero lo importante es que aprendemos. Con cada tropiezo, nos acercamos más a esa solución que no solo es funcional, sino que sorprende y conecta personas.

 

Esto es lo que hemos aprendido: el error no es un villano, es el mejor profesor que puedes tener. Es más, si no fallas, ¿cómo vas a saber qué tan excepcional puedes llegar a ser? La clave está en fallar rápido, aprender rápido y mejorar más rápido.

 

Aquí te dejo con algo para reflexionar. No se trata de tener una fórmula exacta o de seguir un manual al pie de la letra. El Design Thinking es como un buen guacamole: tiene su base (la metodología), pero siempre puedes adaptarlo al gusto, ya sea añadiendo un poco más de sazón o ese toque secreto de la abuela. En estudio Mueca, hemos hecho de esta metodología parte de nuestra caja de herramientas, y gracias a eso, logramos crear no solo diseños bonitos, sino experiencias que hacen una diferencia real.

 

Volviendo al principio. ¿Te acuerdas cuando te dije que no necesitas ser un genio para ser creativo? Bueno, pues es cierto. Lo único que necesitas es un poco de valentía para cambiar tu enfoque y un empujoncito para dar el primer paso. Todos podemos ser capaces de crear algo que transforme.

 

Así que ya sabes, en Estudio Mueca ya estamos afinando las ideas y las ganas para acompañarte. La creatividad no tiene que ser intimidante, puede ser divertida, transformadora y hasta un poco impredecible. ¿Qué dices? ¿Le entras?






Pablo Melgarejo

Diseñador Industrial

No es el típico diseñador que piensa de "A" a "B", tiene una perspectiva tantito fuera de lo común; siempre con el propósito de generar emoción.

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